La esfera roja de Mamá
Cada Navidad, la esfera roja ocupa su lugar. No por tradición… ni por nostalgia… sino porque representa la parte de mamá que sigue iluminando nuestra vida.
REFLEXIONES DE VIDA
Eduardo Núñez
11/26/20252 min read


Dicen que cada casa guarda un secreto navideño… un pequeño tesoro que no tiene precio, pero sí historia. En la mía, ese tesoro siempre fue una esfera roja.
No era la más grande, ni la más brillante… pero era la favorita de mamá.
Recuerdo verla cada diciembre abrir aquella caja de cartón ya gastada por los años. Sus manos—siempre suaves, siempre pacientes—buscaban entre el papel viejo hasta encontrarla. Cuando la tenía entre los dedos, sonreía como quien saluda a un viejo amigo.
Esa esfera roja era la primera en colocarse en el pino… y la última en guardarse.
"Es para que nunca falte amor en esta casa", decía.
Con el tiempo, la vida hizo lo suyo. Nos crecieron responsabilidades, se nos llenó la agenda, se nos vació el tiempo… y también un día, la mesa en Navidad tuvo un silencio que antes no existía: el silencio de mamá.
Aquel primer diciembre sin ella, el pino parecía no querer encender. La casa estaba igual… pero no era igual.
Y al abrir las cajas de adornos, ahí estaba: la esfera roja.
Por primera vez, ya no la tomó ella… la tomé yo.
La sostuve como quien sostiene un recuerdo vivo. Y al colocarla en la rama más alta, entendí algo que nunca había comprendido del todo:
Mamá no colgaba una esfera…
colgaba un deseo.
Colgaba un abrazo que duraba todo el año.
Colgaba su amor, callado pero firme, suave pero eterno.
Esa noche, sin buscarlo, el árbol brilló distinto.
Brilló como si mamá hubiera regresado un momento para decirnos:
"Estoy aquí. Sigo aquí. Mientras recuerdes lo que te enseñé, nunca me habré ido."
Desde entonces, cada Navidad, la esfera roja ocupa su lugar.
No por tradición…
ni por nostalgia…
sino porque representa la parte de mamá que sigue iluminando nuestra vida.
Y tal vez tú también tengas en casa algún objeto así…
algo pequeño, sencillo… pero lleno de la presencia de quien ya no está.
No lo ignores.
Es un abrazo que la vida te sigue enviando.