La madre de la esperanza

María comprendió que aunque su hija ya no estuviera físicamente, su sueño, su amor y su fe seguían vivos en ella. Decidió entonces ayudar a otros jóvenes del pueblo a estudiar, como si cada uno de ellos llevara un pedacito de Sofía en el corazón.

REFLEXIONES DE VIDA

Eduardo Núñez

10/29/20251 min read

María era madre soltera. Toda su vida trabajó lavando ropa ajena para sacar adelante a su hija, Sofía. Aunque el dinero nunca alcanzaba, había algo que jamás faltaba en su hogar: la fe.

Cada noche, antes de dormir, María abrazaba a su hija y le decía:
—Sofía, recuerda que la vida puede ser dura, pero si tenemos fe, siempre encontraremos fuerza para seguir.

Sofía creció soñando con ser doctora. Decía que quería curar a su madre de las dolencias que el cansancio le dejaba. Sin embargo, el destino golpeó fuerte: un accidente automovilístico arrebató la vida de Sofía cuando apenas tenía diecisiete años.

María sintió que el mundo se derrumbaba. Durante meses no pudo dormir ni trabajar. Pensaba: “¿De qué sirve tener fe, si me quitaron lo más valioso que tenía?”

Un día, entre lágrimas, encontró en la mesita de su hija un cuaderno. En la primera página, con letra temblorosa, Sofía había escrito:
“Mamá, si algún día me faltas, yo seguiré creyendo por ti. Y si algún día falto yo, quiero que sigas creyendo por mí. Nunca te rindas, porque tu fe será mi voz en el cielo.”

Al leer esas palabras, María comprendió que aunque su hija ya no estuviera físicamente, su sueño, su amor y su fe seguían vivos en ella. Decidió entonces ayudar a otros jóvenes del pueblo a estudiar, como si cada uno de ellos llevara un pedacito de Sofía en el corazón.

Hoy, muchos la llaman “la madre de la esperanza”. Porque supo transformar su dolor en fe, y su fe en fuerza para no rendirse.

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