La moneda olvidada

Un joven se sentía inútil. Creía que nada de lo que hacía tenía valor, que siempre había alguien mejor que él. Un día, desesperado, buscó a su abuelo para pedirle consejo.

El anciano escuchó en silencio y luego le entregó una moneda muy vieja, cubierta de polvo.
—Quiero que la lleves al mercado y preguntes cuánto te dan por ella, pero no la vendas todavía.

El muchacho fue primero con un vendedor de frutas.
—Eso no sirve, te doy unas manzanas por ella —dijo el frutero.

Después fue con un herrero.
—Solo es metal gastado, te doy un par de clavos.

Finalmente, llegó a una tienda de antigüedades. El dueño la miró sorprendido, la limpió con cuidado y dijo:
—¡Esto es una pieza única! Vale más de lo que imaginas, joven.

El nieto volvió emocionado. El abuelo lo miró y le dijo:
—¿Ves? Esta moneda no perdió su valor porque alguien no lo reconociera. El valor estaba allí desde el principio, solo necesitaba estar en el lugar correcto para ser apreciada. Lo mismo ocurre contigo: no dejes que quienes no saben reconocer tu brillo decidan lo que vales.

✨ Reflexión: Nuestro valor no depende de la opinión de los demás. Si alguien no lo ve, no significa que no exista. Significa que aún no has llegado al lugar donde sepan reconocerlo.

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Sigamos compartiendo y aprendiendo juntos, porque cada reflexión puede recordarnos lo valiosos que somos.