La Navidad y el pino

Quizá este año también has dudado en colocar tu árbol. Tal vez falta alguien, tal vez tu corazón está cansado o simplemente no sientes “el espíritu”. Pero te invito a intentarlo. A encender aunque sea una pequeña luz. Porque a veces, eso es todo lo que necesita el alma para recordar que aún está viva.

REFLEXIONES DE VIDA

Eduardo Núñez

11/17/20252 min read

La navidad y el pino - Reflexiones Eduardo Contigo
La navidad y el pino - Reflexiones Eduardo Contigo

Dicen que en cada casa hay un rincón donde la Navidad llega primero.
En la casa de Don Esteban, ese rincón siempre fue el pino.

Aquel viejo pino —alto, orgulloso, con ramas un poco vencidas por los años— había acompañado a la familia durante décadas. Fue testigo de carcajadas, de regalos envueltos a escondidas, de cenas ruidosas y de abrazos que parecían eternos.

Pero ese diciembre llegó distinto.
La casa estaba silenciosa.
Los hijos vivían lejos, su esposa había partido hacía tres inviernos, y Don Esteban se quedó mirando las cajas donde guardaba los adornos. No tenía fuerzas para abrirlas.

—¿Para qué poner el pino si estoy solo? —se dijo en voz baja.

Sin embargo, esa tarde, mientras regresaba del mandado, vio a través de una ventana a una niña colocando la estrella en su propio árbol. La niña reía, y esa risa lo atravesó como un rayo de luz. Sintió algo que no sabía si era nostalgia o esperanza… quizá las dos.

Esa noche, sin pensarlo demasiado, abrió la caja más grande. Sacó el pino pieza por pieza. Las ramas ya no eran tan verdes, y algunas luces parpadeaban como si también estuvieran cansadas. Pero cuando lo ensambló y encendió el primer foquito, algo ocurrió.
La casa se llenó de un olor a recuerdos.
A instantes.
A vida.

Don Esteban se sentó frente al árbol iluminado. No dijo nada. Solo respiró largo y profundo. Y ahí, frente a ese pino que tantas veces lo había visto acompañado, descubrió algo que tenía tiempo sin sentir:
la Navidad también puede abrazar a quienes se sienten solos.

Porque el pino no depende de cuántas personas estén en la casa…
Depende de cuánta luz estés dispuesto a encender dentro de ti.

Y esa noche, mientras miraba las luces bailar sobre las ramas, Don Esteban entendió que encender un pino es un acto de fe, un recordatorio de que todavía hay motivos para agradecer, para esperar, y para creer que los días buenos vuelven.

Que la Navidad, incluso cuando parece pequeña…
sigue siendo Navidad.

Quizá este año también has dudado en colocar tu árbol. Tal vez falta alguien, tal vez tu corazón está cansado o simplemente no sientes “el espíritu”.
Pero te invito a intentarlo.
A encender aunque sea una pequeña luz.
Porque a veces, eso es todo lo que necesita el alma para recordar que aún está viva.

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