Lo que aprendiste de mi
La vida se nos va rápido. Los padres enseñan más con lo que callan que con lo que dicen. Un hijo aprende del ejemplo, de los gestos, de la manera en que un padre se dobla… pero no se quiebra. Hoy, si todavía tienes a tu padre contigo, míralo a los ojos y reconoce que su silencio también te habló. Y si ya partió, honra su memoria viviendo con los valores que él sembró en ti.
REFLEXIONES DE VIDA
Eduardo Núñez
10/29/20251 min read


Hijo…
Cuando pensabas que yo solo me ausentaba largas horas en el trabajo, en realidad estaba sembrando en silencio una lección: que la responsabilidad es el cimiento de toda vida. Y aunque mis manos volvían cansadas, mi corazón siempre regresaba lleno… lleno de amor por ustedes.
Cuando creías que no me escuchabas hablar, yo te enseñaba con el silencio. Porque la voz del ejemplo es más fuerte que cualquier palabra. Y así, en tu inocencia, aprendías que un hombre no siempre grita para ser escuchado, a veces basta con estar presente.
Cuando imaginabas que no veía tus caídas, yo observaba de lejos, luchando contra el instinto de correr a levantarte. Porque sabía que, al rasparte las rodillas, aprendías a levantarte con más firmeza que la que mil consejos podrían darte.
Cuando creías que yo no lloraba, déjame confesarte algo: sí lo hacía. Lloraba en silencio, donde nadie me viera, porque también temía fallar, también me dolía equivocarme. Pero no quería que me vieras débil, quería que supieras que, aunque tiemblen las manos, el corazón puede seguir adelante.
Hijo…
Cuando pienses en mí, recuerda que cada mirada mía guardaba un consejo, cada abrazo era una promesa, y cada ausencia era un sacrificio que tenía tu nombre.
Porque mientras tú me veías como un padre, yo te veía como mi mayor obra… como el legado que quedará de mí cuando mis pasos se borren de esta tierra.
✨ Reflexión final
La vida se nos va rápido. Los padres enseñan más con lo que callan que con lo que dicen. Un hijo aprende del ejemplo, de los gestos, de la manera en que un padre se dobla… pero no se quiebra.
Hoy, si todavía tienes a tu padre contigo, míralo a los ojos y reconoce que su silencio también te habló. Y si ya partió, honra su memoria viviendo con los valores que él sembró en ti.

