Vivir para enseñar
La vida es como el vuelo del águila: llena de fuerza, aprendizaje y belleza. La muerte no es una caída, sino el aterrizaje natural de quien ha sabido volar. Lo importante no es cuánto dure el vuelo, sino con cuánta pasión y sentido lo vivimos.
REFLEXIONES DE VIDA
Eduardo Núñez
10/29/20252 min read


Había una vez un águila anciana, reina de los cielos, que había surcado montañas y tormentas, que había visto nacer y morir los días desde lo alto de los riscos. Su fuerza ya no era la misma, sus alas estaban gastadas y sus garras perdían filo. Un día, mirando el horizonte, comprendió que el ciclo de su vida estaba llegando a su fin.
—He volado más lejos que el viento, he cazado con precisión, he alimentado a mis crías… ¿y ahora? —se preguntó.
Con voz suave, la montaña le respondió:
—Ahora te toca enseñar con tu partida lo que enseñaste con tu vuelo.
Aurelia, entonces, reunió a las águilas jóvenes y les contó su historia. Les habló de los días de abundancia y de hambre, de las tempestades que casi la derribaron y de los amaneceres que le devolvieron la esperanza. Les dijo que la vida era como el vuelo: un ascenso, un planear y, finalmente, un descenso inevitable.
Una de las águilas jóvenes, temerosa, preguntó:
—¿Y qué pasa con la muerte, maestra?
Aurelia miró al sol poniente y respondió:
—La muerte no es un final, es como cuando el día se oculta para dar paso a la noche. Sin ella, jamás existiría un nuevo amanecer. No teman a mi partida, porque en cada viento que acaricie sus alas, ahí estaré yo, recordándoles que la vida es un regalo que se honra volando alto, pero también sabiendo descender con dignidad.
Esa noche, Aurelia extendió sus alas por última vez, planeó sobre el valle y desapareció en el horizonte rojo del crepúsculo. Las jóvenes águilas guardaron silencio, comprendiendo que la vida y la muerte no eran enemigas, sino compañeras de un mismo vuelo.
✨ Reflexión:
La vida es como el vuelo del águila: llena de fuerza, aprendizaje y belleza. La muerte no es una caída, sino el aterrizaje natural de quien ha sabido volar. Lo importante no es cuánto dure el vuelo, sino con cuánta pasión y sentido lo vivimos.

