La reflexión de hoy
Reflexión de hoy: El Arte de Morir
Se deja de vivir, cuando no se tiene ninguna ilusión, ó algún propósito en la vida.
Se deja de vivir cuando solamente se flota en los eventos del día, sin tener la capacidad o la fuerza para enfrentar lo que se vive aquí y ahora.
Se deja de vivir cuando no se puede ya elegir ningún camino, porque ya ninguno es suficientemente bueno.
Se ha dejado de vivir, cuando se califica de absurdo cualquier intento, cualquier acción, por temor a que resulte parecida a lo que ya nos es, bastante conocido.
Se ha dejado de vivir, cuando dá lo mismo hacer una cosa que otra, porque el resultado será siempre "LA SOLEDAD".
Se ha dejado de vivir, cuando se dá mas importancia a recordar lo realizado, en vez de ponernos a planear lo que aún nos queda por hacer, lo que nos espera por delante, aún en el ocaso de nuestras vidas.
Se ha dejado de vivir, cuando del amor, solo se busca la comodidad y la satisfacción propia, en vez de la pasión urgente de darse con valor y hasta de aprender a recibir.
Se ha dejado de vivir, cuando se ha perdido cualquier esperanza, cuando ya no funcionamos en el terreno social, emocional y hasta sentimental, cuando nos falta "esa razón básica para seguir viviendo".
Nada es más triste que vernos arrastrándonos por la vida, sólo con la fuerza del alma, cuando a nuestro pesado y cansado cuerpo, ya no le interesa ni siquiera moverse por éste mundo donde hemos encontrado tantas viscisitudes.
Pero la tragedia mayor es, ver a nuestra alma sin fuerza, con una gran anemia espiritual, pero con enormes deseos de mover nuestro cuerpo.
En ese preciso momento, es cuando descubrimos que la muerte está ya cerca de nosotros y debemos empezar a prepararnos, finiquitando nuestros "asuntos terrenales" para hacer de la muerte, un tránsito fácil para nosotros y para nuestros compañeros de vida.
Quizá es ésta, nuestra única fortuna... El saber que la muerte se acerca y que estamos viviendo en la hora de empezar a arreglar aquí y ahora nuestros asuntos, para regresar tranquilos y en paz, a nuestro verdadero hogar.
Se deja de vivir cuando solamente se flota en los eventos del día, sin tener la capacidad o la fuerza para enfrentar lo que se vive aquí y ahora.
Se deja de vivir cuando no se puede ya elegir ningún camino, porque ya ninguno es suficientemente bueno.
Se ha dejado de vivir, cuando se califica de absurdo cualquier intento, cualquier acción, por temor a que resulte parecida a lo que ya nos es, bastante conocido.
Se ha dejado de vivir, cuando dá lo mismo hacer una cosa que otra, porque el resultado será siempre "LA SOLEDAD".
Se ha dejado de vivir, cuando se dá mas importancia a recordar lo realizado, en vez de ponernos a planear lo que aún nos queda por hacer, lo que nos espera por delante, aún en el ocaso de nuestras vidas.
Se ha dejado de vivir, cuando del amor, solo se busca la comodidad y la satisfacción propia, en vez de la pasión urgente de darse con valor y hasta de aprender a recibir.
Se ha dejado de vivir, cuando se ha perdido cualquier esperanza, cuando ya no funcionamos en el terreno social, emocional y hasta sentimental, cuando nos falta "esa razón básica para seguir viviendo".
Nada es más triste que vernos arrastrándonos por la vida, sólo con la fuerza del alma, cuando a nuestro pesado y cansado cuerpo, ya no le interesa ni siquiera moverse por éste mundo donde hemos encontrado tantas viscisitudes.
Pero la tragedia mayor es, ver a nuestra alma sin fuerza, con una gran anemia espiritual, pero con enormes deseos de mover nuestro cuerpo.
En ese preciso momento, es cuando descubrimos que la muerte está ya cerca de nosotros y debemos empezar a prepararnos, finiquitando nuestros "asuntos terrenales" para hacer de la muerte, un tránsito fácil para nosotros y para nuestros compañeros de vida.
Quizá es ésta, nuestra única fortuna... El saber que la muerte se acerca y que estamos viviendo en la hora de empezar a arreglar aquí y ahora nuestros asuntos, para regresar tranquilos y en paz, a nuestro verdadero hogar.
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