Afila tu Hacha, No Te Detengas


 Mariana había trabajado durante diez años en una fábrica de textiles. Era buena en lo que hacía, conocía cada máquina al detalle y siempre cumplía con su trabajo. Sin embargo, un día, el supervisor reunió a todos los empleados y anunció que la fábrica cerraría. Mariana, junto con cientos de compañeros, se quedó sin trabajo. 

 

Los primeros días fueron de incertidumbre y miedo. Mariana no sabía por dónde empezar. “¿Qué voy a hacer ahora?”, pensaba constantemente. Buscó trabajo en empresas similares, pero las vacantes eran pocas y la competencia enorme. Una tarde, mientras hablaba con su amiga Ana, esta le dijo algo que le quedó grabado: 

—Mariana, si lo que sabes hacer ya no es suficiente, es momento de aprender algo nuevo. Afila el hacha, amiga. 

 

Mariana no entendió de inmediato, pero Ana le explicó: 

—Hay una historia sobre un leñador que trabajaba sin descanso, pero su hacha se fue desgastando y ya no cortaba bien. En lugar de detenerse a afilarla, seguía golpeando el árbol, agotándose sin resultados. Nos pasa igual: si no mejoramos nuestras habilidades, por mucho que nos esforcemos, no avanzamos. 

 

Esa noche, Mariana reflexionó sobre lo que había aprendido en todos sus años de trabajo. Sabía manejar maquinaria, tenía buena coordinación y era organizada. ¿Qué podría hacer con esas habilidades? Decidió inscribirse en un curso de diseño y manejo de software para máquinas modernas. Era algo completamente nuevo para ella, pero estaba decidida. 

 

Durante meses, Mariana estudió intensamente. Los días eran agotadores porque también hacía trabajos temporales para mantenerse, pero poco a poco fue aprendiendo. Se equivocaba muchas veces, pero siempre recordaba las palabras de Ana: “Afila el hacha”. 

 

Un año después, Mariana consiguió un empleo en una empresa que fabricaba piezas para automóviles. Lo que había aprendido en el curso le permitió manejar máquinas más avanzadas que las que conocía en la antigua fábrica. No solo recuperó la estabilidad económica, sino que su nuevo trabajo era más interesante y mejor pagado. 

 

Un día, durante una charla con compañeros, uno de ellos le dijo: 

—Te admiro, Mariana. Mientras muchos nos quedamos lamentándonos, tú hiciste algo para mejorar. 

 

Ella sonrió y respondió: 

—No fue fácil, pero entendí que no importa qué tan difícil sea la situación. Siempre podemos aprender algo nuevo y prepararnos para los desafíos. A veces, solo necesitamos detenernos un momento, reflexionar y afilar el hacha. 

 

Reflexión: 

Cuando enfrentas dificultades, como la pérdida de un empleo, no te detengas en la frustración. Usa ese momento para mejorar tus habilidades y aprender algo nuevo. La clave está en adaptarte, crecer y prepararte para lo que viene. 

 

Mensaje final: 

El mundo siempre estará en constante cambio, y nuestras habilidades deben evolucionar con él. No esperes a que las oportunidades lleguen; prepárate para crearlas. ¡Afila tu hacha y sigue adelante! 


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