El verdadero legado del abuelo Pedro - Reflexión de hoy


 Don Pedro era un hombre sabio, conocido en el pueblo no por su riqueza material, sino por su generosidad y valores inquebrantables. Había trabajado toda su vida como agricultor, enseñando a sus tres hijos —Javier, Luis y Marta— la importancia de la honestidad, la humildad y el trabajo duro. Sin embargo, con el paso del tiempo, sus hijos se fueron alejando de esas enseñanzas, cegados por el deseo de tener más y competir entre ellos. 

 

Cuando Don Pedro cumplió 85 años, su salud comenzó a decaer. Un día, llamó a sus hijos a su casa para hablarles de su herencia. Con emoción y avaricia, los tres acudieron al llamado, imaginando tierras, dinero o algún objeto valioso que su padre les había guardado. 

 

“Mis queridos hijos,” comenzó Don Pedro, sentado en su vieja mecedora, “no tengo riquezas materiales que dejarles. Pero tengo algo más valioso: los valores que me guiaron toda mi vida. Los he escrito en este cofre, junto con un mapa que los llevará a un tesoro mucho más grande.” 

 

Javier, Luis y Marta intercambiaron miradas de decepción. Sin embargo, cuando abrieron el cofre, encontraron cartas escritas a mano, cada una con lecciones de vida. Entre ellas, un mapa los llevó al viejo campo de cultivo donde habían crecido trabajando con su padre. Allí, bajo un árbol frondoso, encontraron una caja de madera que contenía más cartas, una Biblia desgastada y una nota que decía: 

 

“El verdadero tesoro no está en el oro, sino en el tiempo que dedican a lo que realmente importa: la familia, el amor y la bondad. Trabajen juntos, cuiden este campo, y descubrirán que las riquezas más grandes son las que no se pueden comprar.” 

 

Los tres se sintieron frustrados y molestos al principio. Marta incluso exclamó: “¿Todo esto para unas palabras bonitas?” Pero días después, cuando volvieron a casa, cada uno comenzó a reflexionar. Recordaron los momentos en que habían trabajado juntos en el campo, las risas y las enseñanzas de su padre. Poco a poco entendieron que habían dejado de lado esos valores que los habían unido como familia. 

 

Javier propuso recuperar el campo y trabajar en él nuevamente, como solían hacerlo de niños. Luis y Marta estuvieron de acuerdo, aunque al principio lo hicieron con dudas. Sin embargo, al trabajar juntos y compartir las enseñanzas de su padre, comenzaron a darse cuenta del verdadero significado del legado de Don Pedro. 

 

Años después, aquel campo floreció, pero más importante aún, también lo hizo la relación entre los hermanos. En el aniversario del fallecimiento de su padre, se reunieron bajo el mismo árbol donde habían encontrado el cofre y leyeron nuevamente sus cartas. Entre lágrimas y sonrisas, agradecieron a Don Pedro por dejarles un tesoro que no se oxidaría ni perdería su valor: la sabiduría para vivir una vida con propósito. 

 

Amigos y amigas de este espacio de reflexión: Los valores son el verdadero legado que trasciende generaciones. No se miden en monedas, sino en acciones y amor. Como Don Pedro, podemos elegir enseñar a nuestras familias que lo más importante no es lo que poseemos, sino lo que compartimos.


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